Nosotros vivimos su majestuoso esplendor
“Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos cuando él recibió honor y gloria de parte de Dios Padre. La voz de la majestuosa gloria de Dios le dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo». Nosotros mismos oímos aquella voz del cielo cuando estuvimos con él en el monte santo. Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que el Día amanezca y Cristo, la Estrella de la Mañana, brille en el corazón de ustedes. Sobre todo, tienen que entender que ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de los profetas ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas y ellos hablaron de parte de Dios.”
2 Pedro 1:16-21 NTV.
Es muy hermoso poder leer estas palabras de quien fue un testigo directo de los acontecimientos, el Apóstol Pedro, quien al expresar lo que vieron sus ojos, nos recuerda que no sólo fue el, más muchos fueron los testigos de estos maravillosos eventos, que fueron anunciados por los profetas desde el principio de los tiempos, por lo cual, su recomendación es fundamental, pues la única manera en que podremos conocer a profundidad los planes y propósitos del Señor, y de esta manera, evitar ser engañados o desilusionados por las mentiras preparadas por el engañador el enemigo de nuestras almas, quien viene a matar robar y destruir, y como bien lo dice el propio Apóstol Pedro en su primera carta, «anda como León Rugiente, buscando a quien devorar».
Ahora bien, al prestar atención real a la revelación del Señor, contenida en la Biblia, alimentará nuestra fe y permitirá que se desarrolle de manera real, profunda y poderosa en el Señor, no sólo por el conocimiento adquirido, más por su presencia en nosotros la cual es avivada por el fuego de la palabra recorriendo nuestra mente y corazón.
El Apóstol Pedro, cierra esta revelación con una sana advertencia, tengan siempre presente que la Biblia, no contiene palabras de voluntad humana, más de inspiración Divina.
Oremos pues y dispongamos nuestro corazón, para permitir que la palabra de Dios, sea establecida en nuestras vidas, dándole forma en el nombre de Jesús amén.
Un muy bendecido miércoles.
Pastor Diego Ospina